El impetuoso y cabezota de Pedro casi siempre habría la boca
cuando no debía, y muchas veces debido a eso metió a Jesús y los apóstoles en líos. Jesús conocía del carácter impetuoso de Pedro
y sus errores.
Pero una vez debido a una pregunta que les hizo Jesús a los apóstoles
Pedro dio en el clavo, y la respuesta que dio Pedro no salió de su cabeza ni de
su boca, salió de lo profundo de su alma.
Los apóstoles y creyentes de Jesús en aquella época pasaron
por difíciles pruebas de fe, confianza y lealtad en la misión que tenia el Hijo
del Hombre en su ministerio de revelar al Padre amante en el cielo.
Pero todos estos hombres y seguidores fieles de Jesús
confiaron y amaron al Maestro a pesar de las duras pruebas que pasaron. Solo Judas
no alcanzó amar y confiar en el Maestro y ya sabemos cómo terminó.
Y así ha sido siempre para las personas que han tenido
grandes dudas sobre Jesús de Nazaret.
Pedro, Tomas y los demás apóstoles amaron y confiaron plenamente en el Maestro.
Y a lo largo de estos siglos de la era del cristianismo,
para las personas que hayan tenido grandes dudas acerca de Jesús estas palabras
han resonado como una declaración firme de Fe en el Maestro.
“Respondiendo Simón Pedro dijo: Tu eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente. Entonces respondió Jesús: Bienaventurado eres Simón
hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está
en los cielos. (Mateo 16:16,17)